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Una reflexión sobre nuestra juventud y la lectura.


Ya hemos hablado en entradas anteriores sobre la crisis de la lectura, con datos bastante lapidarios, ya pueden ustedes ver las entradas anteriores para verificar que en efecto en chile el promedio es de 1.8 libros anuales per capita de lectura, ¿se dan cuenta que países realmente desarrollado leen alrededor de 46-48 libros al año?

La duda que nos asalta es entonces, ¿en qué estamos fallando? Cuando digo en un principio una Reflexión sobre la juventud y la lectura uno podría pensar que todo está mal y va a ir a peor, ojala no sea así, pero todo indica precisamente lo contrario. Es en esta sociedad moderna donde el manejo de información es abundante y diario, donde se necesita precisamente mayor habilidades lectoras y de comprensión, mayor abundamiento en la literatura y menos en la televisión, por un lado tenemos al mundo moderno que requiere comprensiones más profundas a pesar del materialismo e individualismo líquido de la actualidad. Debemos afrontar que es la realidad moderna donde con un click podemos entrar en un bosque de datos e información donde solamente quien logre comprender lo que lee podrá cruzar al otro lado sin perderse en el intento. Si vamos a los datos duros la comprensión lectora del Chileno promedio se ubica en un nivel entre 1 y 2 de un total de 6 puntos, es decir, el chileno promedio no comprende ni la mitad de lo que lee, por esto debemos volver a la pregunta clave ¿En qué estamos fallando?

Puede parecer un poco soberbio de nuestra parte decir en qué estamos fallando, pero no es que sea un misterio tampoco, si le preguntamos a un joven entre 11 y 17 años qué libro leyó este año fuera de los “OBLIGATORIOS” designados por los colegios en complemento con el MINEDUC, cerca del 90% de ellos dirá una lapidaria verdad, ninguno y el otro 5% probablemente diga que leyó algún libro que también era película, probablemente viendo la película primero, como el caso de Los Juegos del Hambre, Insurgente, etc. Esta es la verdad y lo que al parecer nuestras autoridades no quieren entender y es que obligar a alguien a leer es estimularlo a dejar de hacerlo, el amor por la lectura es como el amor a un ser humano, no se puede forzar y es precisamente el amor por la lectura lo que hay que inculcar, cómo hacerlo, poco a poco, con sutilezas que sólo un profesor digno o un padre cariñoso podría hacer, cuando alguien lee un libro obligado lo termina odiando y no queremos eso, queremos que los ame, que disfrute el momento de viajar por la Tierra Media junto a Frodo y la compañía del Anillo, o que se emocione hasta las lágrimas con un clásico como el Pájaro Espino, o descubra una fantasía en Charlie y la Fábrica de Chocolate y tantos otros antiguos como nuevos que construyen mundos, crean ilusiones y hacen la mente volar.

Hoy es bastante común que los niños y adolescentes recurran a sus padres con frases como ésta, “estoy aburrido”, ¿por qué entonces no toman un libro y descubren mundos nuevos?, la verdad es que para ellos es más normal usar el computador o una consola que leer un buen libro, ya recuerdo yo que en mis tardes de aburrimiento cuando era un niño aun tomaba la Iliada o la Odisea y pasaba horas felices junto a esas páginas ya gastadas que olían maravilloso, qué mejor que el olor a un libro antiguo. Sabemos de sobra cuáles son los beneficios de leer continuamente, mejora la memoria, ayuda a la concentración, alivia el estrés y mantienen nuestro cerebro estimulado, lo que nos ayudará a lograr una vejez mucho mejor y finalmente debemos señalar que un mejor lector es un mejor escritor, si no se lee, probablemente nunca se escriba en serio, no hablamos de mensajes de texto o correos electrónicos, estamos hablando de literatura.

El fallo entonces es sistemático, pasa desde la casa hasta el colegio, luego tenemos universitarios que dolorosamente descubren que deben leer y mucho y por lo mismo pasan dolores de cabeza terribles y finalmente padres que no enseñan este amor por la lectura, algunos que nunca le han leído un cuento a sus hijos y les dejan ésta labor a Disney y sus películas que tergiversan los cuentos originales a su antojo, venden lo comercial como didáctico y disfrazan algo vacuo con challas multicolores, quién los puede culpar, muchos padres hemos dejado que eso eduque a nuestros hijos. Más allá de eso sin embargo se encuentra la respuesta definitiva, nunca es tarde para encontrar el amor al libro, para el adulto es más complejo, pero no imposible, los libros son en este aspecto como las películas, no a todos nos gustan los mismos géneros, no a todos nos gusta el terror, o los policiales, el romance o la fantasía, así como no vamos al cine a ver todas las películas, tampoco vamos a leer todos los libros, pero siempre habrá uno parra ti.

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